Le voy a contar una historia. Hace tiempo viví en una calle, en el lado de los números pares, en el número 22.
Miraba desde mi ventana los números impares, las casas de enfrente, porque creía que eran más felices, las habitaciones luminosas, y las fiestas más alegres.
Pero las habitaciones eran más oscuras, más pequeñas. Y los de las impares miraban a los de enfrente. Porque... parece que la suerte la tienen los demás.